29 de junio de 2011

Amores que duran para siempre

Una de las joyas de mi biblioteca es este librito de la editorial Lumen. Me lo regalaron cuando tenía 8 o 9 años, y ahí comenzó una de las historias de amor más duraderas que he tenido.



El cuento nos presenta a los Otis, una simpática familia de ricachones estadounidenses que decide comprar el castillo de Canterville con fantasma incluido a un aristócrata inglés. Y aquí comienza la historia y el via crucis del pobre fantasama, un ectoplasma temido y respetado hasta el momento pero totalmente ninguneado por los nuevos habitantes del castillo, pragmáticos yankis ellos.

¿Ruido de cadenas en la noche? ¡Un poco de lubricante Sol Naciente y listo!

De Wilde poco puedo decir. El texto es una delicia, una perlita de humor y elegancia con esa fina ironía que dispara por igual a los aristócratas ingleses que a los advenedizos norteamericanos (quizá, un poco más a los últimos). Lo he releído mil veces y siempre me vuelvo a partir de risa. -En eso consiste ser un clásico, ¿no?-dirán. Pues sí, pero debo añadir que este libro no me habría acompañado en todas mis mudanzas de no ser por las magníficas ilustraciones de Oski, el encargado de inmortalizar al fantasma y a los Otis con la misma dosis de ternura y de ridiculez con que los concibió su autor, y cuyos dibujos siguen tan vivos o más que los personajes de Wilde. 


-Querido Hiram, ¿qué podemos hacer con una mujer que se desmaya? -Descontárselo del sueldo, verás como no vuelve a desmayarse.


Oscar Conti, más conocido como Oski (Buenos Aires, 1914-1979) fue un ilustrador y humorista trotamundos que vivió y trabajó entre América y Europa. En 1975 recaló en Barcelona huyendo del clima político de su país y nos dejó esta joyita pocos años antes de morir. Cuando fui a Argentina me llevé un buen chasco en la espectacular librería El Ateneo de Buenos Aires -el chaval que me atendió no tenía ni pajolera idea de quién era Oski-, pero luego he sabido que sí es muy conocido entre los más mayores por sus publicaciones en las revistas de la época, y que ha tenido un gran peso en los humoristas gráficos argentinos de generaciones posteriores como Fontanarrosa,  Copi o Quino.

Así que, valga este post como un homenaje a este tremendo dibujante que definía el humor como "una canallada que se basa en el dolor, la tristeza y el ridículo", y aprovecho para lanzar una pregunta al aire en este momento en que tantos clásicos se rescatan, se retraducen, se reilustran, se refríen y se reinventan. ¿POR QUÉ ESTA MARAVILLA NO SE VUELVE A PUBLICAR?


No hay comentarios:

Publicar un comentario