4 de diciembre de 2011

Títulos felices para libros felices

Gracias a Elena llegó a mis manos La felicidad de los pececillos (Acantilado). Una recopilación de crónicas donde Simon Leys nos deleita con anécdotas y reflexiones sobre la literatura, el arte y la vida misma. Y me ha encantado cómo el título precede al contenido, tan ligero y gracioso como los movimientos de un pez el agua. Uno de esos libros, como me dijo un librero una vez, que te hacen amar la vida.


Que un título cause tan buen rollo a la par que resume acertadamente lo que vas a leer no es cosa fácil. El arte de titular requiere evocación, síntesis y un poquito de sentido comercial, cosa que algunos autores se pasan por el forro para desgracia de sus editores. Un mal título puede hacer que una buena novela pase desapercibida, mientras que uno adecuado puede hacerla memorable. Otros, simplemente, están ahí, discretos, acompañando a novelas tan enormes que da igual cómo se llamen. Solo una cosa es segura, y es que no hay libro sin título, así que mi legión de seguidores podrá aportar sin duda algún ejemplo de título que les fulminó en una librería y les obligó a pasar por caja o de títulos infectos que escondían novelas potables, o bien de títulos simpáticos para bodrios inmensos.  1, 2, 3, responda otra vez.