12 de noviembre de 2011

Un paseo por el lado salvaje del cerebro

 Me he hartado y me hartaré de recomendarlo. Se titula El hombre que confundió a su mujer con un sombrero (Anagrama), y es uno de esos escasos libros capaces de enganchar desde ratas de biblioteca hasta suscriptores del Marca. Bueno, quizá a estos últimos no, pero en todo caso los relatos clínicos de Oliver Sacks tienen la cualidad de gustar a lectores (e incluso no lectores) de todo pelaje. Basta con acercarse con un poquito de curiosidad y los pacientes del doctor Sacks y sus extrañas enfermedades neurológicas ponen el resto.
Para que se hagan una idea, el relato que da título al libro trata sobre un hombre que sufre prosopagnosia. Traducido al cristiano, significa que el cerebro de este hombre es capaz de ver, oír, sentir y razonar perfectamente pero no puede establecer relaciones y emitir juicios personales. Este buen señor podía iniciar conversaciones con pomos de puertas, acariciar las cabecitas de las bocas de incendios o bien agarrar a su mujer por las orejas e intentar ponérsela en la cabeza. ¿Jevimetal o no?.
Pues bien, no digan que no les avisé. Oliver Sacks engancha, pero quizá les dé un poquito de insomnio y les haga preguntarse en qué oscuro plieguecillo de nuestra cabezota se fabrica eso que llamamos alma, memoria, conciencia y realidad. Vértigo total y diversión asegurada.  

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